El pescado criado en las condiciones adecuadas es un tesoro de vitaminas y ácidos grasos omega-3. Además, su carne es una valiosa fuente de fósforo, potasio, magnesio y sodio; todos ellos minerales esenciales para nuestra salud.
Hoy se sabe que el pescado ayuda a mejorar la inmunidad, reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, fortalece el cabello, la piel y las uñas y ayuda a mantener el equilibrio mental.
A pesar de estas propiedades para la salud, todavía podemos encontrar información sobre la nocividad del pescado. Y es que diversas investigaciones realizadas en los últimos años muestran que algunas especies contienen sustancias dañinas para el organismo, como el mercurio, el plomo y las dioxinas.
Toxinas de la carne de pescado
Por ejemplo, se ha descubierto que el arenque y el salmón del Báltico contienen altos niveles de diosquinas y PCB, que tienen un efecto devastador sobre los sistemas inmunológico y reproductivo. Las sustancias llegan al pescado como resultado de la contaminación industrial, que aumenta cada año. La concentración de toxinas en el cuerpo humano determina los efectos secundarios de comer pescado infectado.
Así, si comemos un máximo de dos porciones a la semana (una porción equivale a unos 140 gramos), no afectará significativamente nuestra salud. Pero si sobrepasamos esta cantidad, a la larga, podríamos tener problemas de salud.
Resulta que en el caso de la concentración de toxinas en la carne de pescado, su tamaño juega un papel importante. Los animales más grandes que dominan la cadena alimentaria, como el atún, acumulan mucho más mercurio que los organismos herbívoros o los pescados de menor tamaño.
Estas especies de gran tamaño absorben la toxina junto con el agua y la comida. Por ello, cuando decidas comprar pescado, evita los depredadores de agua salada.
¿Quién no debería comer pescado?
Las mujeres embarazadas deben abstenerse de comer carne de pescado cruda. El salmón crudo, el sashimi, el sushi, la caballa ahumada o el arenque no se recomiendan no solo por las toxinas que contienen, sino también por peligrosos parásitos que pueden llegar a habitarlos.
El pescado crudo puede contener la bacteria Listeria monocytogenes, que es extremadamente peligrosa para las mujeres embarazadas. Además, los niños pequeños están más expuestos a las toxinas. Así que no les des a tus hijos pescados como los antes mencionados si no provienen de una granja de peces orgánica.
¿Qué pescado elegir?
El bacalao, el arenque y el salmón capturados en el mar Báltico tienen relativamente poco mercurio y plomo. Así mismo, el pescado importado de China (abadejo y lenguado) no representa un riesgo para la salud.
Por otro lado, la tilapia tiene el mayor contenido de plomo de todos los peces analizados. Los mejores peces de este ranking son los peces cultivados como la carpa y la trucha.
Por lo general, estas especies son saludables, están libres de medicamentos y antibióticos nocivos y contienen la menor cantidad de toxinas. Además, son una valiosa fuente de valor nutricional.
¿Cómo puedo saber si un pescado está fresco?
Como ya sabemos qué pescados sirven a nuestra salud, vale la pena echar un vistazo a la forma en que seleccionamos piezas específicas en la tienda.
Colocados en hielo triturado, pueden parecer frescos, pero desafortunadamente no siempre es así. ¿Entonces, qué buscar?
Primero, mira los ojos. Deben ser claros y vidriosos. Si están turbios y grises, es señal de que el pescado no está fresco. Las escamas también deben brillar y la piel debajo de ellas debe verse húmeda y tersa. En caso de duda, puedes tocar el pescado con el dedo. La carne fresca vuelve a su estado inicial cuando se presiona.
Por otro lado, las branquias rojas sangre son otra señal de que estamos ante un buen pescado para comer. Un color menos intenso debería disuadirnos de comprarlo.
Así mismo, vale la pena prestar atención al olor, el cual no debe ser demasiado intenso.

